Nuestros santos protectores

Nuestros santos protectores

lunes, 24 de julio de 2017

Santa Clara de Asís, uniendo el cielo y la tierra.

Dado la proximidad de la Solemnidad de nuestra madre y hermana Santa Clara de asís en el once de agosto aprovecho para ir adentrándonos poco a poco en quien era y es esta santa mujer que en el siglo veintiuno aún sigue gritando su eco  a los cuatro costados del mundo como en el siglo doce. Nunca podremos agotar la vida de una mujer como esta que supo unir cielo y tierra en aquella silenciosa y escondida parcela de San Damián. Para ello permitidme ir haciendo unos breves apartados con la conciencia de que estos se pueden siempre ampliar más.
¿Quién fue Santa Clara de asís?
Esta santa nace en el seno de una familia noble alrededor del 1193 ó 1194, algunos incluso atreven a dar fechas exactas, el 16 de julio 1193. Las  fuentes de Tomas de Celano y las Actas del proceso de canonización promovido solo pocos meses después de su muerte nos hablan del nacimiento de la Santa en el 1193 ó 1194. Su domicilio familiar se sitúa en el corazón mismo de la ciudad, donde esta santa vivió; la plaza de la catedral de San Rufino. Aquí en esta iglesia San Francisco de asís aprende a leer y a escribir.

¿Clara nace santa?
Ciertamente que no. Nuestra santa nace en una familia aristócrata, hija mayor de Favarone de Ofreduccio y Ortolana, descendiente de familia noble y feudal, no olvidando que esta era una mujer muy piadosa y de gran celo por el Señor. Clara es hermana de Catalina y Beatriz que junto a su madre, ya fallecido su padre, las reunirá en el seguimiento al Señor, siendo nuestra santa una antorcha, un faro que ilumina desde lo alto.
Desde su niñez la tradición nos cuenta cómo Clara se mostraba dotada de grandes virtudes. Clara de nombre, más clara en sus opciones, toda una vida de transparencia total. Era una niña muy aficionada a la oración, una persona que vivía desde la interioridad. Con tierna edad llevaba en su cuerpo frágil la práctica de la mortificación. Clara se niega a alimentarse de su ración de comida en el palacio familiar, la cual a través de su amiga la envía a los pobres. También muestra gran desagrado a las cosas mundanos, en sus escritos usará la palabra “siglo” para designar todo lo que era para ella estorbo en su seguimiento. Como veis Clara crece como una niña normal dotada de virtudes.
No podemos rehusar la educación que ofrecería Ortolana a su primogénita. Según la costumbre de la época nuestra santa aprendería las tareas de hilar y tejer, servicio que ofrecerá después incluso en el lecho de su muerte. Recibiría una educación en las formas y culturas cortesanas y ¿cómo no? pues llegada la edad de contraer matrimonio según perfilaba sus parientes, Clara la enseñarían a ser esposa y madre como la mujeres de aquella época, la prudencia, el sometimiento, la humildad…¡No me extraña que Clara se niegue a someterse a otras voluntades que no concuerdan con su opción de vida, a saber, en su segunda carta a su muy amiga Inés de Praga le dice << …|Y si alguien te dijera otra cosa o te sugiriera otra cosa, que impida tu perfección o que parezca contraria a la vocación divina, aunque debas venerarlo, no quieras, sin embargo, seguir su consejo, 18sino, virgen pobre, abraza a Cristo pobre>> (“CtaCl 17-18). Clara  bien conocía el papel de la mujer en la familia, pero ella supo discernir su seguimiento a Cristo con unas entrañas maternas, no olvidando a los pequeños (los pobres, los enfermos…) en su alrededor. ¡Clara enseña con ejemplo y nunca se deja apartar del seguimiento de Cristo ni por nada ni por nadie!

Vocación de Clara
¡Vaya sorpresón! Nada más ni nada menos cuanto los parientes de Clara quisieron casarla, esta que antes había tenido unos encuentros secretos con Francisco de Asís, el poverello de Dios, teniendo esta alrededor de dieciocho años “se caen del burro”. Si su tío Monaldo viviera se lo preguntaríamos y muy bien nos lo sabría explicar.
Clara no solo de nombre, sino en sus opciones, había escuchado algunas veces la predicación de Francisco su compatriota y sin duda alguna había abierto su corazón al Santo Espíritu y a la palabra divina. A sus oídos le llegaría también la denuncia de Francisco ante el Obispo y el pueblo entero abandonándose así a la providencia divina. Clara seria posiblemente conocedora de la profecía de Francisco restaurando la ermita de San Damián, palabras que ella misma insertará en su testamento <<venid y ayudadme en la obra de San Damián, porque en él vivirán unas señoras, con cuya famosa y santa vida religiosa será glorificado nuestro Padre celestial>> (TestCl 13-14). Al igual Clara tuvo que saber que de inmediato algunos jóvenes de su ciudad se habían unido a Francisco queriendo abrazar la misma vida, entre ellos su primo Rufino. Claro que Clara quedaría impresionada de todo esto, pero en ella algo más hubo, Alguien halló una morada habitable en ella. Alguien que desde su niñez llevaba un negocio tan grande y loable y en el castillo interior de aquella mansión sin puertas se encontraron y se amaron. Tanto así nos dice Santa Clara en su testamento que <<…después de que el Altísimo Padre celestial se dignó iluminar con su misericordia y su gracia mi corazón para que siguiendo el ejemplo y la enseñanza de nuestro bienaventurado padre Francisco, yo hiciera penitencia…>> (TestCl 24) Clara ciertamente fue una mujer de espíritu disponible, supo captar, percibir los suaves soplos del Espíritu. Apertura de corazón y acogida a los mensajeros del mismo Dios.
El día dieciocho de Marzo, la noche del Domingo de Ramos de 1212, Clara decidida, sin temor ni temblor, como fuerte guerrero, con sus propias manos jóvenes forzó la puertas de los muertos (porque aquí solamente se pasaban a los muertos) obstruido por vigas y piedras. Abierta la puerta y pudiendo escapar del castillo bien vigilado, va deprisa como otra María a la capilla de la Porciúncula donde la esperaban Francisco y sus hermanos. Allí Francisco que bien conocía el percance la corta el cabello voluntariamente como signo de entrega al Señor y de penitencia. Yo no quiero imaginar el “pollo” que se formó el día siguiente en aquel castillo. Francisco en aquella misma noche conociendo la resistencia familiar, la llevó seguidamente al monasterio Benedictino de San Pablo de las Abadesas en Bastia Umbría, a fin de defenderla de la ira familiar y a la espera de clarificar cuál sería la forma de vida de Clara y su participación en su fraternidad. ¡Claro que le sorprendería Francisco, que una joven tan débil llevara la misma forma de vida que los hermanos llevaban! ¿Y cómo no? No ignoraremos por supuesto, que Clara siendo la primera mujer en seguir a Francisco, una dama joven de una familia noble y de honor, que siguiera aquel que era el hazmerreir del pueblo (claro lejos de los proyectos divinos que solo hablan al alma…), que  su vinculación con él podía suscitar un mal entendido. Clara en su testamento hablará de ello <<…y el bienaventurado Francisco, considerando que si bien éramos frágiles y débiles según el cuerpo, no rehusábamos ninguna necesidad, pobreza, trabajo, tribulación o menosprecio y desprecio del siglo, antes al contrario, los teníamos por grandes delicias, como a ejemplo de los santos y de sus hermanos había comprobado frecuentemente en nosotras, se alegró mucho en el Señor; 2y movido a piedad hacia nosotras, se obligó con nosotras a tener siempre, por sí mismo y por su Religión, un cuidado amoroso y una solicitud especial de nosotras como de sus hermanos>> (TestCl 27-29)

Clara empieza su gran aventura de la vocación sobreponiéndose a los obstáculos y el miedo para darle una respuesta concreta a la llamada que el Señor la había inspirado en su corazón.

En alabanza de Cristo. Amén.

Hna. Catalina Mª Inmaculada

( publicado en http://pazybien.es/santa-clara-de-asis-uniendo-el-cielo-y-la-tierra/)