A nuestra Congregación ingresó una joven de 17 años, sencilla, pacífica, sobrina de nuestra Hna. M. Francisca. Julia Duthil, la joven había sufrido la muerte de su mamá, hermana de la mencionada Hna. Francisca. Me viene a la memoria el año 1960, en el que recibiera su título de Enfermera Diplomada y de su trabajo en el Sanatorio Santa Isabel, donde se desempeñara con mucha responsabilidad, superando largas jornadas, ya que se contaba con escaso personal. En la Comunidad de Madero, nuestra Casa de Formación, su vida dejó huellas imborrables. Puede decirse que la Hna. Pilar tuvo la gracia y la ardua tarea de acompañar a las novicias - época que no fue la más florida de la Vida Consagrada- en distintos cursos y encuentros. Ella abrió no sólo sus mentes y sus corazones, sino el suyo mismo, degustando y meditando lo escuchado para poder seguir transmitiendo con la palabra y la vida. Anclada en el espíritu franciscano amó y respetó intensivamente la Creación: las flores, las plantas y los animales fueron su pasión! Su servicio al enfermo en domicilios y en el consultorio fue la muestra de su profunda caritas, consecuencia de su vida de oración y adoración ante el Santísimo. También ello se percibía en su delicadeza para todo lo que tuviera relación con el culto y la liturgia. La despedida fue muy sentida y rápida… Increíble que ya no esté… Ello me lleva a pensar que la vida es gracia y que es corta. Pilar ha dejado su semilla para el reino de Dios. La lloran muchos. Y somos muchas las que la extrañaremos y recordaremos con cariño y agradecimiento.
Hna. M. Graciela Casco